Décima por el «Callo de hacha en aguachile»
Cuando su antojo destile
ansias por algo picoso
pruebe pronto un deleitoso
Callo de Hacha en Aguachile.
Y para que se asimile
Cuando su antojo destile
ansias por algo picoso
pruebe pronto un deleitoso
Callo de Hacha en Aguachile.
Y para que se asimile
Ayer que desperté me vi al espejo y, por obvias razones que espantarían a cualquiera, me quedó más que claro que ya me urge un corte de cabello pero pues no se ha podido y me tengo que aguantar.
Es costumbre que procede
a la semana, una vez,
un buen Cocido de Res
con el tuétano, de adrede
Unos vieron a los cuates
que iban rumbo a la misión,
A repartir aguacates,
que había tirado el ciclón,
Andaban acelerados,
llevaban un garrafón.
Don Hugo muy “compungido”
salió de su tendajón,
Es costumbre que procede
a la semana, una vez,
un buen Cocido de Res
con el tuétano, de adrede
En las calles de 16 de septiembre y General desconocido, está ubicado un estanquilo donde se vende el mejor café.
Su dueño es Juan Malagamba. Un hombre que arrastra una historia con matices de sorpresas, emociones. Y de bajas pasiones.
Vamos leyendo un trozo de ella.
Variante que se destaca
en esta fiel relación,
es la vasta producción
de Burritos de Machaca.
Resulta que, las personas somos como un terreno grandísimo, algunos son jardines preciosos y floreados, llenos de color y de formas, otros solo tienen tierra y piedras y en algunos casos, aunque se vean mal, solo están descuidados… no siempre fueron así.
En otras ocasiones, ni siquiera puedes verlos bien, porque o hay mucha niebla alrededor o está cubierto por hierbas malas y algunos matorrales, por lo que no siempre, puedes ver qué hay del otro lado del límite.
Fue hace un montonzón de años. Yo era apenas un chamaco secundariano vago, adolescente, y para acabarla de joder músico; en la Casa de la Juventud tocaba la batería en un grupo de rock y música panochera, al que llamábamos “Los Walking Boys Band”.
La ciudad! ¡La Paz!, que se mostraba, plácida y sonriente, con sus cósmicas estelas
de sueños.
Era el 25 de marzo de 1980 y fue cuando tuvimos la fortuna y el atino de llegar a, ésta, la ciudad de La Paz, acá, en la hermosísima y eternamente tranquila, Baja California Sur.