Crónica de un sueño muerto
Una joven de 28 años, está en una habitación obscura. Bajo el manto que la cubre en la penumbra.
Vibra un celular. ¿Es el de ella?
Una joven de 28 años, está en una habitación obscura. Bajo el manto que la cubre en la penumbra.
Vibra un celular. ¿Es el de ella?
En el pueblo muy mentado,
ocurrente y muy “guasón”,
Por todos muy estimado,
Así era Murillón.
En cada nota,
de esta melodía,
invoco tu nombre mujer,
tu imagen, tu vida,
y me transporto en el tiempo,
tan corto y eterno,
tan bello y sublime
en que fuiste mía.
Mi papi venció a todos, pero llegué a creer que ahí quedábamos. Yo ni las manos hubiera metido porque eran muchos. Chiquitos todos, pero yo conté como quinientos o más.
¡Puchi,mano! Lo que es dormirse en sábado sin haberse tomado ni una sola cawa…
No, pos resulta que me desperté con pesadillas a media noche, sudando frío por culpa de tanto pinchi chistorete que circula con lo de la mentada (de madre) rifa del avión presidencial.
A ti maestra que forjas al niño,
la madre lo incuba en su ser,
ella lo trae al mundo y tu le das el saber.
Siembras en su campo fértil,
y le abres la imaginación,
por eso sueña de grande,
Al seguro coticé,
Por treinta años permanentes,
Hoy vegeto ¿ Que no ves?,
Mi pensión es deprimente.
Zeus Nicolous Laporte, descubrió con mucha sutileza el cuerpo que dormía a centímetros de él. Su esposa Paulette Gomez, fue bajando lenta, pausada, sin prisas, esa sábana de seda. Y poco a poco aparecía el hermoso, escultural cuerpo de Pau. Zeus, lo observo a displicencia. Y después empezó una extensa caricia. Desde la negra cabellera, cuello, espalda, glúteos. Toda su anatomía. Eran las cinco de la madrugada del viernes 31 de diciembre, de 1999. El último día del siglo pasado. Y la escena es en la recámara principal del Yate Mars Black. Este yate tiene el nombre en tributo a otro barco que se llamó asi. Y fue el más grande del mundo. Fue un buque sueco del siglo XVI.
Estaba haciendo un frío de la chingada. Frío no chingaderas. Pior por allá en la sierra de la Laguna, cuando todavía vivía La Cachana en Todosantos. Puta qué frío hacía, pariente. Parecía que no cobraban la luz del refrigerador del planeta.
Mi papá se llamaba Ramón, pero por un tiempo yo llegué a pensar que se llamaba “finado”. El primer apellido de mi mamá era Castro, pero por un tiempo yo llegué a pensar que se apellidaba “viuda”.