Primer amor: 1946
La empecé a querer de niño,
fue un amor adolescente,
Que lo traigo aquí metido,
y de eso, no soy consciente.
La empecé a querer de niño,
fue un amor adolescente,
Que lo traigo aquí metido,
y de eso, no soy consciente.
Feo con ganas, pero con un corazón gigante. Así fue José Sánchez Cristino. Un periodista de verdad. Y aunque tuve la sospecha siempre de que era un pirata que desertó de un barco que pasó por San Carlos, la verdad que para escribir era bueno.
Compartir en:FacebookTwitterWhatsappEmailRecuerdo que, en una reunión decembrina de amigos de no hace mucho tiempo, alguien, de pronto, sugirió que hiciéramos una dinámica y que, ahí en donde estábamos en rueda, cada quien contara sus propósitos para el año que estaba por llegar. Yo no había bebido nada que me ayudara a soltar la lengua ni …
Yo no había bebido nada que me ayudara a soltar la lengua Leer más »
Era de noche… obscura y tenebrosa.
Yo por supuesto, no me había tragado la historia por completo acerca de esa iglesia disque en ruinas, que según temían se encontraba en el pueblo.Claro que como todo buen periodista, tenía que investigar acerca del caso, fue entonces cuando yo emprendí la búsqueda de aquella fría iglesia.
Llueve porque mi madre se acordó de mi y llora de gusto. Llueve y pienso en las madrugadas cuando la familia completa viajaba rumbo al sur. Llueve después de todo y, también antes de acordarme de mis amigos, de mi padre y de mi tía Maura , ya llovía.
La otra vez, hace un chingo, venía el Moncho, el hermano del Quequi, muy tempranito del hermano ex-pueblo mágico de Toojantos, cuando en Todosantos (donde no se admiten dentistas), gobernaba «El Poca Lucha».
“Siempre me impresionó cuando por fin el agua era absorbida por la tierra, porque al secarse el lodo, este se agrietaba, dando la impresión de que la tierra se desgajaría como una naranja, y el croar de los ranas y de los sapos y los niños tratando de atraparlos con un palito u observarlos, aunque en un día de lluvia, por la noche esos animalitos con su croar nos daban verdadera serenata, y a coro los grillos los secundaban con su canto, nunca supe cuales hacían primera, segunda o demás entonaciones
Los hombres que caminan;. Incesantes.
Siluetas en movimiento. Rostros tostados por un sol inclemente, ojos sin brillo. Cuerpos sudorosos.-Así si son los caminantes de la transpeninsular.
Estos son uno más de los misterios que cubren esta ruta que sube desde Cabo San Lucas hasta Tijuana.
A esa hora del mediodía paceño, en la canícula de aquel legendario agosto de hace más de tres décadas (actualmente cinco; esto lo escribí hace más de veinte años), la zona comercial del Puerto de Ilusión se encontraba repleta de fayuqueros que aprovechaban las ventajas que les ofrecía el régimen proteccionista de zona libre
Aquello no se podía dejar para otra ocasión, porque, esa noche , el final estaba por llegar,según lo habían anunciado los Mayas .
Gabino fue el que lo propuso y ese día, muy temprano, fuimos por él.