Miguel Ángel Avilés Castro

La primera vez que escuché de Camelia La texana, de Contrabando y traición y todas esas cosas, fue a la sombra de esa mata santa cuando unos amigos de mi hermano cantaban a dos voces.

Si las compañías que fabrican las corbatas tuvieran consumidores como yo, hace mucho que se hubieran dedicado a otra cosa

Recuerdo aquella vez cuando en una tienda de la localidad que vende todo tipo de uniformes, los amantes de lo ajeno se robaron algunos cambios o mudas de los que usan los policías municipales.

Yo era malo para jugar, pero era bueno para poner cuidado. Por eso me acuerdo como si lo estuviera presenciando ahorita.

Yo tuve un papá bueno. Él supo antes que todos nosotros, sobre lo corto que es el tiempo. Por eso se levantaba temprano

A mi correo electrónico , suelen llegar mensajes ,cuyos remitentes, prometen hacerme millonario.
Hasta ahora , no he contestado ninguno y no porque no quiera convertirme en eso que dicen ,sino por dos razones principales que me han espantado el sueño.

¡Ahí esta el pan!, dijo “El Mory”, y apuntó para la casa de la maestra, sin saber que en sus palabras se acuñaban para siempre el dicho y la sentencia.

Se me hace que el mundo está al revés y esos principios de verdad y justicia a los que la sociedad jura aspirar, es nomas de dientes para afuera.