Celaya Gto octubre de 1980,
El reloj daba las 5. A M., Mi Señora Ene. cuidaba a su hermano Jesús en un hospital de Celaya. Y yo, en mi casa presto a repartir los pedidos, en mi camioneta, en esto Timbra el teléfono, Mi Señora al habla dice así.
—-Necesito la camioneta, para llevar a San Miguel Allende a un Señor que murió, y no tienen para el traslado. Descargo mi camioneta y enfilo hacia el hospital.
Ya en el hospital, sacan al señor envuelto en unas sábanas, y lo colocan dentro de la caceta de mi camioneta, suben a custodiarlo, dos de sus hijos y nos dirigimos a San Miguel Allende.
Ene, a mi lado yo al volante. Ella me dice.—- les presté para liquidar la cuenta del hospital, y les ofrecí trasladarlos.
Una hora más tarde llegamos a San Miguel, Entre lágrimas y sollozos nos reciben sus familiares, lo colocan en el cajón que tenían exprofeso y proceden a velarlo.
Ya de regreso recapacitamos.—imposible que nos paguen, no les dejamos el teléfono ni saben nuestro domicilio.
Después de unos meses, fueron al hospital, ahí les dieron nuestro domicilio, pasaron a la casa, dejaron con la sirvienta el adeudo, con una nota de agradecimiento.
Virgilio Murillo Pérpuli.
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