Brillantina
Cuando no había gel ni nada de eso y se usaba la mantecosa brillantina Jockey Club cuya botella tenía pintado a un cabrón montado en un caballo; luego llegaría la Wildroot, en botella blanca con negro
Cuando no había gel ni nada de eso y se usaba la mantecosa brillantina Jockey Club cuya botella tenía pintado a un cabrón montado en un caballo; luego llegaría la Wildroot, en botella blanca con negro
Con la última campanada de la catedral se fue. Quedó ahí, silencio y Paz. Con su respiro final, llegó un ligero viento acompañado de un sutil, aroma a flores. Naro Parpule habia muerto.
Yo jamás podré a olvidar,
Haberme enseñado tú,
a vivir con humildad.
Yo te quisiera decir,
me apena verte tan solo
Baja California Sur, es hermosa por donde la veas. El desierto se besa con el mar y la sierra hace, también, su noble encuentro al prodigarle sus propios besos a ese maravilloso y apacible mar.
Tenía varios tatuajes en el brazo izquierdo: una cruz con una flor y otro de una flor; y una montaña con un círculo en la parte superior del hombro izquierdo.
El reloj daba las 5. A M., Mi Señora Ene. cuidaba a su hermano Jesús en un hospital de Celaya. Y yo, en mi casa presto a repartir los pedidos, en mi camioneta, en esto Timbra el teléfono, Mi Señora al habla dice así.
Luna que iluminas con tu fulgor la noche,
Luna que ante tu majestuosidad te abren paso las estrellas.
Luna que a través del tiempo, lo mismo has cautivado al niño, al grillo, al navegante y al poeta.
Luna que enloqueces y atraes a tus brazos las aguas de la mar, como queriendo beberlas todas, de un mágico sorbido.
Tres cuadras más adelante ese perro va a cambiar de dueño. Así se lo comenté a mi madre quien esa tarde de principios de año, a paso lento, me acompañaba al centro comercial que acababan de inaugurar, pero seguramente no me oyó porque desde entonces ya se estaba quedando sorda.
Un refugiado Español, llegó en el correo, al parecer huyendo de la dictadura franquista, Mi tía Candelaria, dijo que venía de Europa padeciendo las secuelas de una guerra. Le pidió permiso a mi Padre, para que mi hermano Olegario y yó lo acompañáramos por las noches, y estuviéramos al pendiente de despertarlo de sus frecuentes pesadillas,
Uno cree que en una mentalidad sencilla de una persona tan aldeana, huraña como mi amigo Quitito, el enamoramiento sería tal vez algo remoto, o que ni siquiera tendría cabida en él.