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No reelección…

Se podrá apelar a que, el derecho a la reelección para alcaldes, diputados locales y federales, está plasmado en ley, sin embargo, el principio de no reelección le costó al país una revolución armada y entre uno y dos millones de muertos.

Quienes en su momento votaron por esta reforma, aludieron a los «tiempos modernos» como si el principio en sí, tuviese caducidad y en automático se borrara la memoria histórica de México.

¿Qué seguiría? ¿Las gubernaturas y la presidencia de la república?

Tal vez porque algunos se creen imprescindibles; porque dicen que han trabajado como esclavos o porque de plano, ya encontraron la forma de hacer dinero con base a la ley del menor esfuerzo, pero lo que sí estoy seguro, es que la reelección no es ética ni políticamente correcta.

En un sistema político cuya democracia es inacabada e imperfecta como en México, se corre el riesgo de aguantar, soportar y sufrir tres años más, a una runfla de zánganos, bandidos, corruptos y simuladores, en los puestos de elección popular.

Ciertamente existen las honrosas excepciones, como garbanzos de a libra, pero esto no justifica una ley, que por ser ley, tenga que ser justa y necesaria.

Y como en la lotería tradicional mexicana, de ahí se agarran para buscar de «chorrito» la gubernatura, diputación, la alcaldía, la regiduría, viendo dónde pegan el chicle, sin medir sus propias fortalezas y debilidades, y con mucho descaro dicen ¡de perdida me reelijo!

Ya se parecen al vendedor de cobijas del carnaval: ¿Quiere una? Le doy otra ¿Se la lleva? Le encimo otra… Hasta que compran todas, aunque sean pésimos políticos, y en el peor de los casos, sin principios ni vergüenza.

Y sucede en todos los partidos, como si jugaran a la ruleta y ver dónde cae la bolita de la suerte, aunque algunos no sepan hablar ni escribir, ni tengan una p…a idea de lo que significa el hueso que quieren roer.

A muchos, la suerte les sonrió en el 2018 con la avalancha del fenómeno AMLO, y no lo reconocen, por el contrario, se creen muy chingones pensando que ganaron por méritos propios.

Y esos son los peores; los primeros en traicionar y otros en querer la reelección.
La reelección es involutiva para las democracias. Crea vicios e inercias, pero sobre todo, le cierra el paso a la renovación de cuadros, pues juegan a la pirinola del «toma todo».

Y no me vengan con el cuento de que se cortan las venas por la Patria… ¡Patrañas!

«Cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer»
Mahatma Gandhi.

Foto/Google/
Francisco I. Madero Ver menos



Omar Castro Cota
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