Korima PLACE

Inglaterra - Malena

Días de ir a la playa

Hoy recordé como eran los días de ir a la playa en un lugar muy lejos donde viví. Estaba estudiando en un curso de catering en Inglaterra y un día de verano el grupo del curso me invitó a ir con ellos. Quedamos que me iría a casa de una de ellas temprano para irnos en bola todos de ahí.

Temprano llegué para empezar casi con bufanda, pues el sol es medio flojo por allá, aquí salimos en chanclas y shores. Cuando aparecí había en la entrada de la casa unas bolsas muy bonitas de tela de lona, adentro tenían toallas, bolsas de plástico con crema bloqueadora, gorras, y sandalias de piel de color neutro, ni siquiera de esas de colores chillantones que venden por aquí en los oxxos a 50 pesos, no nada de eso.

Había unas cajas de plástico muy bien colocadas en una especie de diablito con la comida, unos toppers divinos, como matrushkas del mas grande al más chico, con varias ensaladas, patés, panes, quesos, jugos, vino y agua, harta botella de agua. A que horas hicieron todo eso, fue un gran misterio, yo que creía que iba ayudar a picar algo, nada, la cocina estaba impecable, como si un mayordomo se hubiera hecho cargo de todo, no como aquí que el mero día andamos saliendo al super a comprar lo que se va hacer y nos tardamos 3 horas en ir y venir. Con nostalgia extrañé las bolsas de sabritas, los panes sacados de su bolsa original y metidos de nuevo hechos sándwiches envueltos en servilletas, de atún, jamón con queso amarillo, o bologna, los toppers con pepinos y pico de gallo, la sandia y la bolsa de plástico con el típico cuchillo cebollero, el destapador, el tajín y las diferentes bolsas del Waldo’s o del Aramburo con los vasos y los platos, las cocas.

La montaña de toallas hechas bola en un atado en un sillón. Eso me pasa por venirme lejos, pensé, fueron llegando los amigos, todos puntuales, nada que el primo fue por las chelas, o por la nana y los sobrinos, cada uno en su carro, ninguna troca abierta para ir echando desmadre en la cabina, ni bocinotas para llenar de playa con música de banda, ni perros llevaban, bueno uno si pero iba mejor vestido que yo y no se bajó de su asiento especial y paso el día en una especie de camita con peluche viéndonos a todos con aire de sultán.

Cuando llegamos al mar que quedaba un poco lejos, nos instalamos con la misma parsimonia de un ritual, sacaron todo, las mujeres casi todas con camisas de algodón blancas, se bajaron del carro, se cambiaron los tennis a las sandalias, los hombres bajaron todo. Bien derechitas extendieron sus toallas felpudas, se sentaron, se pusieron sus sombreros y se echaron crema en la cara y los brazos, los muchachos sacaron un frisbee y empezaron a jugar, así por una hora, nadie se metía al mar, yo fui de valiente, metí una pata, se me congeló el cerebro, metí la otra, se me cayó la quijada.

Aquellos seguían jugando, y las muchachas, leían libros, unas dormían, no había celulares osea ni para tomar foto del cuadro aquel del día de playa inglés que me estaba aventando.

De todos solo dos se metieron al mar, mientras comíamos, con mantel y servilletas de tela, que alguien sacó de una canasta, con copas y todo. No como aquí en la Balandra que no falta quien pasa corriendo echándole arena al ceviche.

Hablaban poco, tranquilamente, comían despacio, hasta eso estaban contentos, relajados, a gusto. Pero a mi me hacían falta, el barullo de los paceños playeros, las niñas en sus trajes de baño, las madres que se meten al mar vestidas como sirenas majestuosas, el tío enfadoso correteando a los sobrinos para lanzarlos de cabeza al agua, el paletero metido hasta la cintura con su carrito, el doño de la dooooonas!!!, los chilangos que nunca faltan, con sus chanclas y calcetines puestos. alguna muchacha que enseña de mas porque es guapa y porque puede, y que le cae mal a las que no y entonces hay pellizcos y drama, » ya te vi cabrón, a ver si dejas de verle las nalgas a esa, ni que estuviera tan buena» » meh, no seas simple, estoy viendo a las gaviotas»… he ido al mar, en varios lugares del mundo, lo digo porque es cierto no por presumir. Pero en ninguno he visto y sentido la felicidad con que nos bañamos aquí cuando vamos a la playa en esta isla, en esta nuestra casa y nuestro puerto. Bañado por sus tres esquinas de agua tibia casi todo el año. Dios así lo quiso.-



Malena Sorhouet
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