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Malos recuerdos - Olga Freda

Los malos recuerdos

Rememorar lo vivido con él durante poco más de veinte años, no era tarea fácil. Beatriz, cerró la puerta, descolgó el teléfono, abrió el cajón de su cómoda, colocó cerca una taza con té verde y empezó a poner a su izquierda cada uno de los malos recuerdos. Muy de vez en cuando, encontraba un buen recuerdo, a ese, lo dejaba a su derecha.

Tardó varias horas, en veinte años se acumulan muchos recuerdos, al terminar, abrió la ventana arrojando por ella los pocos buenos recuerdos que tenía, se fueron papaloteando lentamente. Entonces, dedicó toda su atención a aquel cúmulo de malos recuerdos colocados a su izquierda. Con mucho cuidado, como quien acaricia pañuelos de seda, los fue doblando uno por uno y los acomodó dentro de una caja.

—No van a caber, —pensó, pero ante su asombro, cada vez que la caja se llenaba, se hacía más grande y cupieron sin problema. La ató con una cinta color violeta, luego la puso sobre una mesita a un lado de su cama. Después, durante un largo rato, cepilló su oscuro y lacio cabello.

Cuando él había aparecido en su vida, Beatriz era una jovencita deseosa de encontrar el amor. A sus ojos, aquel era un hombre inteligente, cariñoso, leal, además de tocar maravillosamente el violín. No pasaron muchos años para descubrir que no era tan inteligente y mucho menos leal; lo único cierto, era su talento para la música. A partir de entonces los malos recuerdos empezaron a acumularse con gran rapidez.

Aquella noche, Beatriz tenía no solo la caja con los malos recuerdos sino también la decisión de acabar de una buena vez con aquella relación tan desdichada como difícil.

—Necesito de tu ayuda —le pidió a su alma; cuando estuvo segura de contar con su atención, le habló acerca de su infancia, de su vida en el internado y sobre todo de sus vivencias al lado de él. Su alma simplemente la escuchó. Ahora entendía muchas cosas acerca de Beatriz.

—Ten esta caja. Dentro están todos mis malos recuerdos, por favor llévatela lejos, muy lejos, no quiero que sigan lastimándome.

—Cuenta conmigo —le respondió tomando la caja y saliendo con ella por la ventana.

El alma cruzó el Golfo de California siguiendo con rumbo al norte. Se encontró con unas montañas maravillosas, llenas de cuevas y precipicios. Montañas desbordantes de colores y saturadas de magia. Estuvo un largo rato recorriendo aquella sierra, miró asombrada que muchas de las cuevas estaban habitadas. ¡Quedó pasmada ante tanta belleza!

—Beatriiiiiiz… —gritó el alma— ¿Me escuchas? ¿Es aquí en dónde quieres que deje tu caja?

— ¡No!—respondió enfáticamente— ¡Esa es la tierra de mis querencias! ¡Sus barrancas son las más bellas del mundo! además, no quiero encontrarme nunca más con mis malos recuerdos.

El alma sujetó nuevamente la caja partiendo esta vez con rumbo noroeste, hasta encontrar nuevas montañas, otros barrancos y un cañón en cuyo fondo, como un cinturón plateado, corría un río. El alma se decidió y arrojó la caja, esta se precipitó en una tremenda caída hasta golpearse contra la superficie del agua. Los malos recuerdos se desparramaron, la corriente los arrastró con tal fuerza que terminó por disolverlos. Esto, el alma ya no lo vio porque había emprendido el regreso a toda velocidad: quería reencontrarse con Beatriz antes del amanecer.

Al entrar al cuarto, la encontró sobre la cama con los ojos cerrados; parecía profundamente dormida. El alma se recostó junto a ella durante unos minutos, después, se metió de nuevo en su corazón.

A la mañana siguiente Beatriz se sentía ligera, contenta, su sonrisa afloraba continuamente y de sus ojos volvían a salir chispitas doradas.


Olgafreda Cota
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4 comentarios en “Los malos recuerdos”

  1. Conchita Agruel

    Siempre leo a quien posee la cualidad de una buena descripción .Me gusta . Fui con el alma a dejar la caja y me la imaginé como una hada gorda y eso lo vi yo. Felicitaciones Olga muy bonito cuento y bien contado, un abrazo.

  2. Me parece un cuento corto muy fácil de leer, una vez empiezas ya no quieres parar.
    Lleno de emoción , te lleva volando junto con el alma, me dieron ganas de tener una caja y empezar a llenarla de esos malos recuerdos, y eso sólo lo logra un cuento lleno de vida como este, me encantó!!!
    Muchas felicidades por este gran talento!!!

  3. Mario Ayala Rodríguez

    Estimada amiga Olgafreda es, como siempre, un placer leer tus cuentos, disfruto mucho la narración, me hace viajar y disfrutar del paisaje por el que me transporta. muchas felicidades!!

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