San Miguel de Comondú BCS 1950 UN REFRITO de pandemia.
Era una vaca Barrosa cuernilarga “encartada” de cebú, un regalo de mi abuelo Reyes Murillo Ozuna, andaba suelta en el llano de san julio, Mi tío Román me llevó , en una mula retinta A campearla.
Al día siguiente, bajó a “lagua” y cuando mi tío la lazó, fue el día más feliz y la herencia más preciada que hubiese recibido de un abuelo nieto alguno.
Mi vaca ya venía cargada, parió en el corral, tuvo un hermoso becerro prieto, patas blancas, lucero en la frente, que nunca olvidaré.
Me tocó ver el parto, un impactante acontecimiento que a la vuelta de cuatro años, mi becerro se convirtió en un hermoso semental, que arrogante se paseaba haciendo bramonas y rezongando en el corral, cargando las vacas en el rancho “el sauzal”.
Con mucho dolor, se lo tuve que vender a mi hermano para irme a trabajar como telegrafista a Chihuahua Chih.
Después, supe que había muerto atorado en un pedregal, que encontraron el “carcaje”, muy cerca de la ciénaga, tal vez, cuando lo vendí ya había muerto.
Y mi vaca, mi padre la tuvo que vender, seguramente para solventar una crisis existencial.
Virgilio Murillo Pérpuli.
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