Risas de mi pueblo
Con la risas de tu filosofía,
Encubres día con día tus fracasos,
Acaso porque sabes que tus risas,
Son un arma que llevas bajo el brazo.
Y en las hornillas dejó,
Con la risas de tu filosofía,
Encubres día con día tus fracasos,
Acaso porque sabes que tus risas,
Son un arma que llevas bajo el brazo.
Y en las hornillas dejó,
Luego de haber madrugado,
Un café, Don Arturo preparó,
A una piedra encaramado,
Muy tranquilo se lo echó,
Y en las hornillas dejó,
El día que yo nací,
Fue una fecha muy mentada,
Una fría madrugada
Que cantó el cantacurrí.
Del cielo me estás mirando,
Y de ti nadie se esconde,
Del diario me estás mirando,
Del diario me miras pobre.
Por una angosta brecha que hermana a dos pintorescos pueblos, entre tupidas palmeras de impresionantes cerros acantilados una tarde calurosa, con un galón de vino a medio tomar, rumbo a la misión de San José tambalea Don Manuel
El subdelegado, con un gesto de buena voluntad, le ofreció a mi Padre el honroso puesto de policía, que mi padre se negó a aceptar aduciendo no ser el indicado, por ser obeso y corpulento
Tres de enero en la mañana,
El año de la olimpiada,
Presente lo tengo yo
En 1945 conocí a Rufino, hombre, romántico, enamoradizo y soñador empedernido que alucinaba presumiendo ser el flamante novio de las muchachas más bellas del pueblo.
Al gran amigo Gaspar, Pariente y buen compañero,
Con fuerte abrazo sincero, Deseándole Bienestar,
Muchos años placenteros Hoy día siete de enero,
El subdelegado, con un gesto de buena voluntad, le ofreció a mi Padre el honroso puesto de policía
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