Noches de luna llena (1era. Parte)
Francisco Talamantes Aguilera era la viva estampa del terror reflejado en el espejo tembloroso de esos ojos desmesuradamente abiertos.
Francisco Talamantes Aguilera era la viva estampa del terror reflejado en el espejo tembloroso de esos ojos desmesuradamente abiertos.
Una tarde de franca rebeldía echó al sesto de basura los puntos y las comas y entonces dijo tantas cosas
Una tarde de franca rebeldía echó al sesto de basura los puntos y las comas y entonces dijo tantas cosas
Ella se fue ese día; pero en realidad hacía mucho tiempo que se había marchado. Nadie en casa notó su ausencia
El sábado pasado la tormenta Olaf nos pasó por encima. La lluvia pertinaz fue abriendo pequeñas zanjas por la pendiente del terreno, deslavando las piedras y el tepetate y luego se fue culebreando loma abajo
Un chanate se posa sobre el cable de la acometida eléctrica y se queda quieto, como oteando los rumores del monte, sereno e imponente en su pequeña figura silenciosa; profundo como la negrura de sus plumas que apenas se balancean con el viento fresco de la playa.
Recuerdo que había tenido que irme a vivir junto a ella para cuidarla en los últimos años de su vida a pesar de que mi viejita
En estos días, en los que el miedo se nos enreda como mala hierba en los tallos de la nostalgia
Mi madre se acerca cariñosa, menudita, a la cama de mi padre, postrado todavía, para ofrecerle un vaso con agua
¿Y qué te dio que de repente, ya te crees todo un fenómeno cibernético y un experto en las redes sociales, sólo porque apenas sí sabes presionar cuatro letras del teclado del celular y ya planteas lanzar una campaña contra el Profe, porque según tú, no sabe usar el whatsapp y la computadora.